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¿Para qué nos sirve la tristeza? Conoce esta emoción para ayudar a tus hijos a gestionarla

Fecha de publicación

4 May, 2023

Cristina Gutiérrez Lestón

Educadora Emocional, Conferenciante, Escritora y Directora de La Granja

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Pocas veces invitamos a cenar a la señora Tristeza, esa que ocupa la tercera posición en el ranking de las emociones más potentes que sentimos los humanos, después del miedo y la rabia. Como el resto de las emociones primarias, es preconsciente, es decir, no podemos evitar sentirla, solo regularla. Pero para tratar de entenderla, empezaremos por plantear aquí una gran pregunta: ¿para qué nos sirve la tristeza?

Hay que partir de que esta alteración del ánimo, como otras, tiene diversas dimensiones, que van desde las menos intensas, como son la apatía, el desaliento, la desilusión, la decepción, la resignación o la desmotivación, hasta las más complejas, como la desesperanza, la pena o la depresión (Universo de las Emociones, Bisquerra y Punset, 2015).

¿Para qué nos sirve la tristeza?

Tiene, como las demás manifestaciones anímicas, una importante misión para con nosotros, y es la de recolocarnos por dentro, en un nuevo orden, cuando hemos sentido algo como una pérdida (puede ser una persona, pero también una mascota, un estilo de vida, un objeto u otro hecho transcendental para nosotros).

Es una emoción lenta y tranquila que necesita su tiempo para hacer su trabajo: rellenar el vacío que sentimos y salir reforzados y un poquito más sabios. En un mundo con prisas y centrado en estar de cara a la galería, la tristeza no está de moda, así que solemos temer su aparición y pocas veces le abrimos la puerta, hasta que es demasiado tarde. Entonces, cuando hay muchos pequeños vacíos que rellenar, al menor descuido, ¡zasca!, entra de golpe y nos acompaña unos cuantos meses. Es la depresión.

Es cierto que a veces nos cuesta entender la tristeza, como cuando un niño pequeño se desespera por perder un objeto. Hay que explicar que no es por el objeto en sí, sino por el vínculo emocional que ha creado con él. Así, perder el osito de peluche puede significar la desaparición de la calma y el consuelo, lo que podría sumirlos en un mar de lágrimas. En estos casos seguramente ayude decirle “¿quieres que busquemos otro muñeco que te consuele?”

“He conocido a la señora Tristeza y ya no me asusta” Ana, 13 años

Ana es una preciosa adolescente que estaba muy ocupada en mostrar su belleza y su estilo tanto en las redes como en clase. Pero en unos campamentos, donde las relaciones acostumbran a ser más verdaderas, confesó que por muchos likes que recibiera, no conseguía sentirse bien. La apatía y la desilusión la acechaban con fuerza, decía, y eso la asustaba porque no lo entendía, ya que todo en su vida era “supuestamente perfecto”.

Es vital conectar con nuestra alma, pues suele decirnos un montón de cosas, y por supuesto, conocer la importante misión de la señora Tristeza para no temerla ni negarla cuando se nos acerque, porque nos está avisando de que por ahí dentro hay algo que no está en orden. Pero a Ana eso ya no la asusta, y ¡ahí está la clave! La ha conocido y legitimado, le ha adjudicado su lugar y le ha dado permiso para entrar cuando esta señora se dé cuenta de que algo no está bien.

Invitemos de vez en cuando a cenar a la señora Tristeza para que haga lo que tenga que hacer, y nos convierta de paso en una mejor versión de esa persona que habita bajo nuestra piel.

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