Me ha costado 54 años darme cuenta de que ser la normal, la del montón, la del sin más… ya sabéis, ni mucho ni poco, siempre en medio, ha sido en realidad una suerte, al menos en mi opinión. De niña nunca fui la mejor en nada; en la escuela no destacaba ni en mates, ni en lengua. No fui ni la popular ni la guapa de la clase, nunca me admiraron, y en los deportes de competición que realicé, tampoco me tocó ser la buena, y ¡eso que probé unos cuantos para ver si tenía algún talento escondido! Pero no 🙂
Cuando eres niña y de las del montón, tu autoestima está en una especie de lucha constante para mantenerse a flote, y te acaba quedando claro que a ti te tocará “currártelo” porque no tienes ningún extra de serie. Así, y a medida que creces, acabas limitando tus expectativas, a menudo inconscientemente, y por suerte, eso al menos entrena tu tolerancia a la frustración, algo francamente útil para la vida. El esfuerzo y el sacrificio se convierten en tu única opción para sobresalir, aunque sea solo un punto +. En realidad, no esperas mucho de ti, no te ilusionas por ser la “más”, crees que eso nunca sucederá… Y si no caes en la queja y el victimismo, te ocupas de “hacer” (estudiar, trabajar…) convirtiendo el esfuerzo en parte de tu ADN pues no te puedes permitir dar nada por hecho.
Yo jamás lo viví como una suerte, hasta ahora. He visto como esas personas interiorizan el esfuerzo y la persistencia, no se quejan ni se comparan, simplemente trabajan convirtiéndose con el tiempo en muy buenos en lo suyo. La resiliencia y la tolerancia a la frustración les permite levantarse cuando se caen, y no se extrañan cuando se equivocan porque saben que a los del montón, eso les suele pasar. Y viven los éxitos con perplejidad, no se los creen, por lo que los agradecen desde la humildad más honesta. Y sobre todo, no sufren tanto, porque un día se dieron cuenta de que “ser el bueno o la buena” no es necesario para sentirse bien.
No esperes a los 54 para darte cuenta de que, si eres uno de los del medio, estás entrenando las habilidades de la fórmula del éxito, esa que convierte a las personas en extraordinarias.
Cristina Gutiérrez Lestón
Sta Maria de Palautordera