La pandemia, el miedo al contagio, la incertidumbre de cómo será el mundo, la preocupación de la vuelta a las aulas y de cómo serán las relaciones sociales tras el largo confinamiento se amontonan en las mentes de padres, madres, maestros y profesores.
No podemos tenerlo todo bajo control, esta lección creo que lo hemos aprendido todos con el Covid-19, pero podemos actuar ante lo que SÍ se nos permite y ante el que SÍ se nos ofrece, y elegir qué camino seguir a partir de ahora, el de la proactividad o el del miedo y la queja.
La naturaleza, el respirar y aprender juntos está a nuestro alcance y son la mejor receta anti-Covid, como han demostrado los Campamentos de verano, y una opción para compensar el confinamiento de los niños. La socialización perdida se puede acelerar en las convivencias, la gestión del temor se puede entrenar con actividades de educación emocional, y volver a reír, gritar y correr un objetivo para conseguir JUNTOS Y COMO EQUIPO; FAMILIA Y ESCUELA. Pero para conseguirlo deberemos primero SER VALIENTES.
Decía Gandhi que «el miedo manda». Que esto, compañeros educadores, padres y madres, no nos pase a nosotros porque el miedo es contagioso, nos paraliza y nos convierte en desconfiados y susceptibles. Y ahora más que nunca debemos contrarrestarlo o la convivencia será dramática este curso.
Centrémonos en lo que sí se puede hacer, dejemos de mirar lo que de momento no … y por una vez seamos los adultos ejemplo de optimismo, ilusión, valentía y fortaleza. Es ahora cuando podemos enseñarlo a nuestros hijos y alumnos … ¿lo aprovecharemos?