Todos tenemos dos círculos: el de la preocupación y el de la ocupación. En el primer círculo, la ocupación está en el centro y es muy pequeña porque la preocupación, el círculo de fuera, el de antes de la ocupación, está muy lleno.
Las personas de éxito tienen el círculo de la ocupación muy grande, y el de la preocupación vacío, pues cada vez que les llega un problema se preguntan: “Con esto que me pasa, ¿puedo hacer alguna cosa?”
La parte que sí, la ponen dentro del círculo de la ocupación, y la que no, la sacan fuera. Porque, si no dependen de ellos, ¿para qué malgastar la energía del cerebro? Por supuesto, para ocuparnos necesitamos fortaleza, voluntad y capacidad de sacrificio.
Y para lo que está fuera del control, fuera de nuestro control, vamos a necesitar resignación. Fíjate que las personas de éxito están orientadas a la acción y, curiosamente, suelen estar bastante ocupadas, pues siempre tienen algo por hacer: un libro por leer, un proyecto por acabar o una idea para llevar a cabo.